Hace un par de semanas me desperté con la palabra octubre en la cabeza. En el tiempo que me toma que mi cerebro funcione -que es bastante- me dí cuenta que se estaba cumpliendo un año de lo que fue el octubre de 2019. Hasta acá, una obviedad, no? Pero lo que no es obvio es la gran diferencia que tiene un octubre con otro…
Hace un año atrás estaba preparando un vestuario completo para una compañía que se presentaba en la apertura de los Juegos Evita, son unos juegos deportivos nacionales que se hacen todos los años en Mar del Plata -por supuesto no este año-, estaba por empezar a trabajar en relación de dependencia después de 13 años -WTF! 😱-, estaba preparando dos vestuarios más y un par de vestidos de fiesta con fecha límite muy, muy acotada, también le estaba haciendo producto terminado a algunos clientes y tratando de no dejar morir mis marcas: Desearás Indumentaria y Ana Paula Seara. Estaba durmiendo poco, comiendo raro y, prácticamente, sin vida social o personal. La realidad es que estaba viviendo a la velocidad de la luz, no sé si la palabra vivir es la adecuada en esta situación.
Los meses que siguieron no fueron demasiado diferentes: me levantaba super temprano para poder hacer algo antes de entrar a trabajar y los días que me quedaba dormida moría de culpa, trabajaba hasta las 6 de la tarde y cuando volvía, después de al menos una hora de merienda y cerebro en remojo, volvía a arrancar, para esto eran las -mínimo- 8 de la noche y, después de un par de horas de trabajo, había que cenar, ducha y dormir para volver a arrancar…
En marzo apareció la pandemia, tenía en proceso un vestido de novia, algunas prendas a medida, algunas prendas de producto terminado y no había podido trabajar en la colección de invierno, lo que me causaba una frustración enorme. El 19 de marzo se decretó el aislamiento obligatorio y ya casi no volví a salir de casa. Al trabajo en relación de dependencia no volví, tampoco volví a abrazar a mis padres. Pasé tiempos de angustia y ansiedad infinita, que pude superar con el bagaje de años de terapia, la meditación y el yoga. Pero el ritmo bajó. Empecé a dormir todo lo que no había dormido en los últimos 6 meses, recuperé mi tiempo de cocina y empecé a comer mejor otra vez. Volví a disfrutar de mi casa y Rita llegó a nuestras vidas en mayo, para sumarse al amor de Morrison y Timo. El primero de junio le dí el cierre definitivo a Desearás, porque venía soltando este proyecto hacía tiempo, y le dí la bienvenida a Natural, un proyecto que venía gestando en mi cabeza y en mi corazón al mismo tiempo que soltaba a mi primer bebé, la marca que me acompañó por casi 13 años.
La sensibilidad se me hizo carne y todo lo empecé a sentir más y más a flor de piel, lo bueno, lo malo, lo más o menos, el amor, el “extrañar” a los que quiero, la desigualdad, mi país y todo lo que pasaba -y sigue pasando-.
Llegó septiembre, pude mudarme a un lugar con luz, con patio, armamos una huerta en la terraza, que no para de crecer y llenarme de amor y esperanza al ver como cada brote, cada hoja se abre paso. Siempre fue uno de mis sueños tener un pedacito de tierra y poder sembrar… En este caso no hay tierra, pero si pudimos sembrar. En macetas, cajones, latas y tachos.
La primavera apareció con el sol y el mejor tiempo. Floreció la planta que se ve desde la ventana de mi cuarto, una planta que parecía seca porque es gris, sin embargo, está llena de flores color lila, preciosas y también de abejorros, por los que paso medio de costado cada vez que subo a la terraza 🤣.
En conclusión: hace un año atrás deseaba muchas de las cosas que tengo hoy. Muchas pasaron porque así se dio, otras puse de todo de mí para que sucedan.
La pandemia y la cuarentena ordenaron muchas cosas en mí, tambalearon otras y dejaron ir muchas más. Reafirmaron otras, obligaron que algunos deseos se cumplieran a cachetazos, -en la distancia- me acercaron a muchas personas, me permitieron formarme -de manera online, por supuesto- y avanzar. Me dieron el empujón que necesitaba para soltar y lanzar, porque si no es ahora, cuando? Me encontraron con los pies sobre la tierra y el corazón flotando. Revalorizaron el abrazo. Me permitieron proyectar cosas hermosas con novio para este contexto y el que viene 💗💖 En algún punto, me obligaron a hacerme cargo de lo que quiero, a no dejar pasar más tiempo, a revisar si los valores estaban bien ubicados, como te decía más arriba, de una manera un poco brusca, pero a veces la terapia de shock es lo que hace falta -en mi caso- para dejar de dar vueltas.
Siento que estoy floreciendo. Siento que estoy dejando salir todo lo que tengo para compartirlo con el universo. Siento que soy más coherente conmigo que nunca. Siento que todo lo que estoy haciendo lo elijo y, por suerte, lo volvería a elegir. Siento que las personas que quiero también las sigo eligiendo, que me dan amor, felicidad y que formamos una tribu que es mucho más que lo que alguna vez pude soñar. Las mujeres que me rodean -no me canso de repetirlo- me dan orgullo, me generan una admiración infinita y me nutren, nos nutrimos entre todas.
Ojalá que a vos también te esté sirviendo este tiempo de parate, este tiempo de obligarnos a vivir en SLOW, siempre sacando de la escena lo terrible que estamos atravesando, el dolor por los que ya no están, la economía que se cae y todo lo tremendo que ya sabemos y nos cansamos de leer. Tengo el vicio del “vasollenismo” y no puedo evitar ver el contraste a nivel personal y emocional.
Deseo que estés bien, que te estés cuidando, que también puedas estar revisando tu interior, que fortalezcas tus vínculos, que te conectes con lo que te haga bien y te de felicidad. Deseo que vos también estés sintiendo la primavera y que también te sientas florecer, tanto como yo.
Como siempre, te invito a que me cuentes qué pensás de lo que leíste en comentarios por acá, en redes o por mail a anapaula@anapaulaseara.com!
Te abrazo a la distancia y con protocolo ♥
Ana Paula
PD: La foto es del bastidor bordado Florecer que forma parte de la línea SENTIR ♥ Lo podés ver más en detalle en la tienda 🤗😉😊